jueves, 8 de julio de 2010

PREDICA SOBRE LA GRACIA (Parte VII) Julio 4, 2010

1. Somos justificados por la fe en Jesucristo, no por las obras de la ley

Romanos 3:10-12 No hay justo, ni aun uno. Todos somos culpables. Todos se desviaron, a una se hicieron inútiles. No hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno.

Romanos 3:20-21 Por las obras de la ley ningún ser humano será justificado delante de Dios. Por medio de la ley es el conocimiento del pecado.
¿Quién es la justicia de Dios que se ha manifestado? Cristo. Nadie podía cumplir la ley, pero Cristo se ha manifestado como provisión, como propiciación en lugar nuestro. Cristo es la justicia de Dios, testificada por la ley y por los profetas. Por medio de la fe en Jesucristo somos justificados, hallados justos, esto para todos los que creen en Él. No hay diferencia, todos pecaron y están destituidos de la gloria de Dios. Por la fe en Jesucristo hemos sido justificados. Justo es aquel al que no hay de qué culpar, alguien sin pecado, santo, que no tiene ninguna mancha. Así nos ve Dios a través de Jesucristo, a los que creemos en Él.

Romanos 3:28 Jesucristo es la justicia de Dios. Él es nuestra justificación por la fe. Somos justificados por la fe. Sí, tenemos que andar en buenas obras que Él ha preparado de antemano para nosotros (Ef. 2:8-10; Stg. 2:17-26; 1 Co. 3:9-15), pero no somos justificados por obras, sino por la fe.

Romanos 4:1-5 Nadie es justificado por obras, sino tendríamos parte de la gloria. No necesitas hacer nada para ser salvo, porque si tú haces algo, en vano murió Cristo. Si tú haces algo, mereces un premio y mereces parte de la gloria. Dios dice en Isaías que Él no dará su gloria y alabanza a nadie. La gloria le pertenece a Dios. Por eso, no puedes hacer nada respecto a tu salvación, porque Él no va a compartir su gloria.

2. Creer a Dios es contado por justicia

Si Abraham fue justificado por las obras, tendría de qué gloriarse, pero no para con Dios. Abraham creyó a Dios y le fue contado por justicia. Dios le prometió un hijo y descendencia.

Hay una gran diferencia entre creer en Dios y creer a Dios. Podemos creer que Dios existe, pero no creer a Sus palabras. Aun los demonios creen en Dios y tiemblan. Cuando nacemos otra vez, la diferencia es que creemos a Dios. Eso es contado por justicia.

3. La mentalidad de las obras

Romanos 4:4 Al que obra, no se le cuenta el salario como gracia, sino como deuda. Si yo hago algo, merezco algo. No es gracia, me deben. Más al que no obra, sino que cree en aquel que justifica al impío, su fe le es contada por justicia. Los judíos tenían una mentalidad tan acostumbrada a “hacer” porque tenían que cumplir la ley.

Juan 6:28-29 Jesús acababa de alimentar a más de 5,000 personas y los judíos querían respuestas a su problema de cientos de años con la ley que no podían cumplirla por ser muy alta. Santiago 2:10-11 dice que si fallas en un punto de la ley, invalidas toda la ley. Los judíos preguntaron a Jesús: ¿Qué debemos hacer para poner en práctica las obras de Dios? Respondió Jesús y les dijo: Esta es la obra de Dios, que crean en el que Él ha enviado. Los judíos no creían que Jesús era el Hijo de Dios. Para ser justificados debían creer que Jesús, el Hijo de Dios, vino en carne, y debían creer a sus palabras. Esta es la obra para ser justificado: creer.

4. ¿Qué es gracia?

La gracia es un favor inmerecido, es el acceso a Dios, es un favor sobrenatural y gratuito. Es una cualidad estable sobrenatural infundida por Dios a tu espíritu. Para tu debilidad, ¿no necesitas algo sobrenatural? Sobrenatural es un milagro, algo que no es humano, algo que el hombre no puede hacer. Dios nos da su gracia sin interés alguno, como una muestra de su amor incondicional. La gracia no es un premio. No tienes que hacer nada para merecer.

Nos esforzamos en la gracia, es decir, dependemos de Dios en todo, confiamos que su gracia es suficiente cuando somos débiles. Ante la debilidad, entonces gracia. Estamos viviendo un tiempo de prueba. Dios está pesando nuestros corazones. Él nos examina y prueba para que nosotros veamos nuestra condición y nos esforcemos en la gracia. Somos débiles, quién no lo es, por lo que debemos esforzarnos en la gracia. La palabra dice: “bástate mi gracia”.
En sus epístolas, Pablo menciona la palabra “gracia” 110 veces (Lucas la menciona 8 veces; Juan 4 veces y en Hechos se menciona 16 veces). Es interesante notar que Pablo, el que perseguía a la Iglesia, el que consentía en la muerte de los cristianos, el que estaba en otro camino, seguro de sí mismo, y después salvado por la gracia de Dios, es el que más enseña sobre ella. Aun, cuando en el relato de su vida, en Filipenses 3, se dice irreprensible en cuanto a la ley.

5. ¿Cómo obtenemos la gracia? Por fe.

Romanos 4:6-8 y 13-16 Nadie pudo cumplir la ley, solamente Jesucristo. Este pasaje nos dice: Por tanto, es por fe, para que sea por gracia… ¿Cómo actúa la gracia en ti? Por la fe.

Romanos 5:2 ¿Cuál es tu entrada (acceso) a la gracia? La fe.

Efesios 2:8 Por gracia somos salvos por medio de la fe, y ésta no proviene de nosotros, es don de Dios. La fe que obtiene la gracia es don de Dios, tanto para la justificación, como para el diario vivir. Porque como lo hemos recibido, vamos a andar en Él (Col. 2:6).

Romanos 5:2 Por Jesucristo también tenemos entrada por la fe a esta gracia en la cual estamos firmes.

Romanos 4:16 Por tanto, es por fe para que sea por gracia. Esta fe es la que recibimos para la justificación.

Al que no obra, sino cree, su fe le es contada por justicia.

Colosenses 2:6 ¿Cómo andamos en Él? Por gracia, por medio de la fe, como lo hemos recibido. Todo el tiempo somos sostenidos, enseñados, edificados, guardados por la gracia. Por ella hacemos la obra de Dios, como dice Pablo en 1 Corintios 15:10. Si has recibido algo es por la gracia. Toda nuestra vida debemos ser sostenidos por la gracia. Cuando pasamos pruebas, cuando estamos débiles, cuando servimos al Señor en su voluntad; necesitamos esforzarnos en la gracia. Su gracia es suficiente. Necesitamos creer para alcanzar la gracia. Agarremos la “entrada” de la fe para tomar la gracia. Los que están débiles, crean para entrar a la gracia.

6. La gracia también es demostrada en el amor de Dios derramado (sin límites) en nuestros corazones

Romanos 5:2-5 Por gracia, por fe, hemos recibido el amor de Dios que ha sido derramado en nuestros corazones. Podemos amar sin condiciones y perdonar a todos. Podemos amar a nuestros enemigos, bendecir a los que nos maldicen, orar por los que nos persiguen, etc. Esta es la gracia: que el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones. Nadie puede decir no puedo amar. Alcanza la gracia con fe para que el amor de Dios sea derramado en tu corazón por el Espíritu Santo que nos fue “dado”.

La palabra griega para gracia es charis. Palabras como dado, concedido, en griego es charizomai, que significa concedido o dado como un acto de gracia. “Les es concedido” se leería: “les es charizomai”. Entonces, el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo como un acto de gracia.

Romanos 8:32 Él que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros; ¿cómo no nos dará (charizomai) juntamente con Él todas las cosas? Todo es por puro acto de gracia. El rey Asuero le dijo a la reina Ester que le daría la mitad de su reino. En cambio, Dios nos dice que nos dará con Él ¡todas las cosas! En el antiguo pacto teníamos “mitad” de las cosas. Faltaba que venga Jesús para que tengamos todo. ¡En el nuevo pacto tenemos todo! ¡Si entendiéramos a cabalidad que tenemos todo! Dios no ha escatimado ni a su Hijo. ¿Cómo no nos va a dar por un acto de gracia todo juntamente con Él? En ese “todo” está la fe.

Dios derrama, no se limita. “Derramaré mi Espíritu”, se ha derramado todo, sin medida. Él nos ha dado fe, que es un don de Dios. Él es el más interesado en que tengas fe, es el más interesado en tu salvación.
Segunda Pedro, dice que en los postreros tiempos vendrán burladores diciendo: ¿Dónde está la promesa de su advenimiento? Pedro responde diciendo: El Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento.

1 Corintios 2:12 La palabra concedido es charizomai. ¿Qué te ha dado Dios? Su Espíritu. Su naturaleza, su vida misma, su aliento. Te lo ha dado como un acto de gracia (charizomai).

No hemos recibido el Espíritu del mundo, sino el Espíritu que proviene de Dios para que sepamos lo que Dios nos ha dado como un acto de gracia.

Gálatas 3:18 Dios concedió (charizomai) a Abraham la herencia mediante la promesa.

7. El justificarse por obras lleva a caer de la gracia

Gálatas 3:1-2 ¿Recibieron el Espíritu por las obras de la ley o por el oír con fe? ¿Qué necesitas para recibir el Espíritu? Fe. ¡Qué mentalidad que tenemos de obrar para salvarnos o para recibir algo de Dios! Nos han metido en la cabeza que es necesario penitencia, obras. Debemos sacar estos pensamientos. Necesitamos revelación sobre esto. Si serían necesarias nuestras obras y no tan sólo fe, tendríamos parte en su gloria y Jesús ya no necesitaba morir. Jesús tuvo que irse para mandar el Espíritu Santo. Los discípulos sólo esperaron en Jerusalén y creyeron a Jesús, para recibir esta promesa.

Gálatas 3:3 Debemos tener cuidado de no caer en esto: empezar en el Espíritu y terminar en la carne. Esto puede suceder si empezamos algo porque el Espíritu nos muestra, pero después le ponemos nuestros ingredientes. Por ejemplo, muchas veces se empieza orando en el Espíritu y después se termina en la carne, en el discurso.

A veces estamos tan automatizados que no damos lugar al Espíritu. Todos debemos concientizarnos de esperar en Dios. Necesitamos romper nuestras estructuras y seguir la guia del Espíritu. Oremos para estar listos y que sea el Espíritu haciendo.

Gálatas 3:22 y 5:4-6 Si te quieres justificar por la ley, quedas desligado de Cristo y caes de la gracia. Sólo vale la fe. En Cristo Jesús ni la circuncisión (que era una marca en la carne) vale algo, ni la incircuncisión, sino la fe que obra por el amor.

8. La gracia nos pone otra marca, nos hace partícipes de sus padecimientos

Gálatas 6:12 y v17 Hablando en el contexto de la circuncisión, Pablo dice que trae en su cuerpo otra marca. Ya no es la circuncisión, sino la marca del Señor Jesús. ¿Qué marca es?

Filipenses 1:29 Pablo tenía la marca de los padecimientos de Cristo. Esa es nuestra marca. Si tienes esa marca puedes decir “yo tengo las marcas y tengo el privilegio de padecer por el Señor”. Esto también nos es concedido (charizomai). No sólo te es concedida la fe y todas las cosas que el Padre no escatimó, pero también te ha sido dado como un acto de gracia el que padezcas por Él. ¿Por qué? Porque es un privilegio padecer por Él, ser partícipes de sus padecimientos.

Hay un gozo incomparable cuando uno padece por Él. Este gozo es diferente al de la salvación. Él nos concede ser partícipes de sus padecimientos. Es hermoso ese gozo. Hay dolor por lo que estás pasando, pero al mismo tiempo sientes el gozo del privilegio de padecer por Él. Es una sensación maravillosa.

9. Nuestro nacimiento es defectuoso si :

(a) Creemos EN Dios, y no A Dios

Romanos 4:17 ¿A quién creyó Abraham? Para no tener defecto en nuestro nacimiento y andar en el Señor como le hemos recibido, necesitamos creer a Dios, no sólo en Dios. Cuando le creemos a Dios, oímos su voz y hacemos de acuerdo a su voluntad. El que cree en Dios, sólo cree en la persona y no en su palabra. Jesús dice que la palabra que Él nos ha hablado es espíritu y vida. En Juan 8:33-44, Jesús habla con un grupo de judíos que se decían ser hijos de Abraham y de Dios. Jesús les dice que eran hijos del diablo, porque no oían sus palabras. Muchos creen en Dios pero nunca le han oído.

Cuando creemos a Dios, empieza una relación. Dios le dijo a Abraham que salga de su tierra y su parentela. Abraham salió porque le creyó. ¿Qué quiere decir creerle a Dios? Que Él habla y que tú obedeces.

Cuando nacemos otra vez y entregamos nuestra vida al Señor, como hemos recibido, debemos andar en Él. Si sólo creemos en Dios, entonces nuestro nacimiento es defectuoso. Por eso, a veces arrastramos cosas desde nuestro nacimiento en el Señor. En Colosenses 2:6 dice: como le han recibido, anden en Él. Entonces, si tu nacimiento es defectuoso, toda la vida vives creyendo en Dios (no es suficiente) y no a Dios.

(b) Recibimos DE Él y no A Él

Recibimos al Señor. En Juan 1:12 dice que a los que le recibieron les dio potestad de ser hechos hijos de Dios. Hay otro defecto de nacimiento: ¿Lo recibes a Él o recibes de Él? Así vas a andar toda tu vida después, como lo has recibido. Cuando predicamos, hablemos de su gobierno, volverse a Dios es recibir el gobierno de Dios en tu vida, es entregar el control de tu corazón a Dios. Ese es el evangelio. ¿Qué recibes de Dios? Soluciones. Pero, ¿le estás recibiendo a Él? ¿Has recibido a Dios o has recibido de Dios?

Si has recibido de Él, entonces no eres hijo. Porque a los que le recibieron, a éstos les dio la potestad de ser hechos hijos de Dios. Necesitamos recibirlo a Él para recibir toda su vida. Entonces, te identificas con su muerte y resurrección. La crucifixión (Romanos 6) es una realidad en nosotros, la muerte al pecado. Si le recibimos a Él, recibimos toda su vida que quiere decir muerte y resurrección. Si le recibes a Él, te vas a identificar con su vida, vas a estar muerto al pecado y vivo para Dios. La gente que recibe de Él está en una lucha por mejorar su vida. Recibe los beneficios solamente, pero no la vida misma. Quiere soluciones a sus problemas, pero no la vida misma de Dios.

2 Corintios 5:17 Dios no quiere mejorarte, sino que quiere que mueras y seas nueva criatura. El que está en Cristo, nueva criatura es. Dios no nos quiere mejorar, no quiere parches ni remiendos. Él quiere que mueras, porque no hay justo ni aun uno. No morimos porque decimos como Adán, la mujer que me diste… (o sea culpar siempre a alguien de tus pecados) o como Eva, la serpiente… (el diablo, un espíritu me atormenta). Debemos decir: yo hice, yo soy culpable. Si confiesas, es el comienzo de una nueva vida. Necesitas morir, recibir a Jesús y orar: Señor, no quiero soluciones para mi vida, sino te quiero a ti. ¿Quieres a Dios o quieres que te vaya bien? De hecho, si lo tenemos, tendremos sus promesas.

Recibirle a Él es identificarte con su muerte y su resurrección. No es cuestión de “tratar” de ser mejores, o sea educados. Hay educados y convertidos. Qué terrible es ser educado porque aprendes sólo en tu mente. Lo que necesitas es morir y resucitar. Si no recibimos al Señor no nos vamos a identificar con la muerte y la vida de resurrección. El viejo hombre debe morir. Estamos muertos al pecado pero vivos para Dios. Sólo así recibimos su vida y andamos en Él.

(c) Conocemos ACERCA DE Dios y no A Dios

Hay una diferencia entre conocer a Dios y conocer acerca de Dios. ¿Oyes todo el tiempo sobre Él, o le has visto a Él? Si sólo oyes acerca de Dios, es religión y tu vida va a volverse una vida religiosa (ritos, tradiciones, costumbres). Es peligrosísimo si andas oyendo acerca de Dios y tú no le conoces a Dios. Una cosa es conocer acerca de Dios, y otra cosa es conocer a Dios. “Acerca de” trae un espíritu religioso. Adán conoció a su mujer y ella concibió. Conocer es una relación de intimidad. El que conoce a Dios tiene intimidad y da fruto que permanece. El que conoce acerca de Dios nunca va a dar fruto porque no hay intimidad, porque sólo oye de Él, pero no está con Él. Si conoces a Dios, hay relación entre Dios y tú. Si conoces acerca de Dios, sólo hay religión. La relación trae vida, fruto eterno.

10. Creer a Dios, recibir a Dios, conocer a Dios es muy diferente de creer en Dios, recibir de Dios y conocer acerca de Dios

En una oportunidad, los discípulos le dijeron a Jesús “hemos hecho milagros y hemos echado demonios en tu nombre”. Sin embargo, Él les dijo: No les conozco. Para que haya intimidad con Dios, tienes que creer a Dios, recibir a Dios, conocer a Dios. Es muy diferente de creer en Dios, recibir de Dios, conocer acerca de Dios. La palabra dice que como le has recibido, así andas en Él. Por eso, corrijamos estas cosas en nuestra vida y por fe entremos a su gracia. Por tanto, es por fe para que sea por gracia.

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